El clásico nudo en el estómago
[ transformado en mariposa por un poeta enamorado]
y la respiración entrecortada, se sincronizaron sistemáticamente, en el instante en que
ambas pupilas destellaron aprobación.
de inmediato mi hábil mano derecha la tomó por el cuello con sutil firmeza,
la boca,
previamente humedecida con mi lengua,
se estrelló sin paracaídas en la comisura dulce donde se quiebran las sonrisas.
Sin lugar a dudas es
casi beso
intencionado, se convirtió en el acto de entrega más honesto que alguna vez
escapó de mi ser.
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